Para muchos, es la voz femenina más importante que ha dado la canción catalana.
Proyectada en su primera etapa por el mítico colectivo Els Setze Jutges, ha interpretado
con igual acierto la poesía culta y la popular, y ha inmortalizado en nuestra
lengua temas clásicos de la canción francesa ( «El águila negra») y estadounidense
( «Jim»), dentro de un universo musical dúctil, pero siempre coherente. Maria del Mar
Bonet (Palma, 1947) ha sido reconocida, en el país y fuera, como una artista de gran talento y sensibilidad,
lo que le ha valido, entre otros galardones, la Cruz de Sant Jordi (1984), el Premio Nacional
de Música (1992), el Premio Ramon Llull (1999), el Premio Luigi Tenco (2003), la Medalla de Oro de la
Ciudad de Barcelona (2006), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2010) y el Premio Internacional
Cubadisco (2011).
El presente año 2017, en la efeméride de cumplir cincuenta años de carrera musical, ha publicado el
disco Ultramar y ha aparecido en las librerías Intensamente, un completo y cuidadoso trabajo, es
autor el periodista Jordi Bianciotto, que repasa a fondo la trayectoria del artista.
Hablo con Maria del Mar Bonet un mediodía caluroso de primavera, entre las paredes polícromas del
Tradicionàrius graciense, este espacio que, bajo la guía del maestro Jordi Fàbregas, ha hospedado
tantas veladas memorables de nuestros mejores artistas de la música popular. Me aparece relajada,
de buen humor, feliz por tantas cosas buenas como ha vivido a lo largo de estos cincuenta años
que, según dice, «han pasado volando», pero, al mismo tiempo, con el empuje de siempre para salir adelante
nuevos proyectos y nuevos compromisos. Y con su voz cálida, con leves inflexiones del habla mallorquín
-esta voz que ha enamorado tantos públicos de todo el mundo-, lo explica para los lectores
de «Sierra de Oro».